La mejor manera de preservar y cuidar la voz es a través de la prevención.
Cuando el ambiente es muy seco (por debajo del 50% de humedad relativa), o cuando existe polución o polvo en suspensión, es preciso tomar más de tres litros diarios de agua.
Es recomendable evitar hablar en ambientes muy secos y durante procesos catarrales o infecciosos.
Para evitar el carraspeo puede tragarse saliva, beber pequeños sorbos de agua o realizar vahos. Una herramienta fonoaudiológica es realizar una vibración lingual prolongada (sonido de R) seguido de una deglución.
Aumentar la ingesta de frutas y verduras, evitar las comidas pesadas con exceso de grasas, la cafeína, las bebidas con gas y los alimentos ácidos.
Se recomienda dormir entre siete u ocho horas diarias, ya que es vital para que el cuerpo se repare a si mismo y las cuerdas vocales entren en posición de descanso.
Una disfonía de más de 15 días de evolución, debe consultarse con el especialista.