Para tener una idea más concreta del impacto, Financiera Confianza, entidad de la Fundación Microfinanzas BBVA en Perú, realizó una encuesta a sus clientas del producto Palabra de Mujer. En ella se mostraba que solo 6 de cada 10 microempresarias pudieron tener sus negocios funcionando en octubre de 2020, aunque el país para la fecha ya se encontraba en la fase 4 de reactivación económica. Además, durante el periodo de cuarentena las restricciones de movilidad tuvieron un impacto significativo viéndose más reflejado en entornos rurales. Esto generó que un 46% tenga ventas más bajas o no tenga ventas.
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Para innumerables mujeres en países con economías de todos los tamaños, además de perder los ingresos, aumentó de manera desmedida la carga de trabajo doméstico y de cuidado no remunerado.
Si bien todas las personas están enfrentando dificultades sin precedentes, las mujeres están soportando el peso de los efectos socioeconómicos de la COVID-19.
"En los últimos 22 años, los niveles mundiales de pobreza extrema venían disminuyendo. Luego apareció la COVID-19, que trajo aparejadas pérdidas masivas de empleo, la contracción de las economías y la pérdida de medios de subsistencia, en particular, para las mujeres. "Los sistemas de protección social debilitados dejaron indefensas a las personas más desfavorecidas de la sociedad, sin ninguna salvaguardia para capear el temporal", comenta Ginette Azcona, autora principal del último informe de ONU Mujeres From Insights to Action y especialista superior en datos e investigación de ONU Mujeres.
Se prevé que la economía mundial crezca un 5,4% en 2021, lo que marca una revisión al alza de la previsión de crecimiento del 4,7% de este mismo informe hecha en enero de 2021. Unas perspectivas de crecimiento más sólidas para China y los Estados Unidos de América apuntalan la revisión al alza.
De los 114,4 millones de personas que han caído en la pobreza, 57,8 millones de mujeres y niñas son mujeres, asestando un duro golpe a los esfuerzos de reducción de la pobreza en todo el mundo, exacerbando las diferencias de género en ingresos, riqueza y educación y obstaculizar el progreso en materia de igualdad de género según lo previsto en la Agenda 2030 de Desarrollo sostenible.
El comercio de mercancías ya ha superado los niveles anteriores a la pandemia, tras mantenerse a flote gracias a la fuerte demanda de equipos eléctricos y electrónicos, equipos de protección individual (EPI) y otros productos manufacturados. El intercambio de servicios sigue restringido por las limitaciones a los viajes internacionales. Aun cuando las exportaciones de las economías asiáticas han remontado el vuelo, las de África, Asia oriental y los estados independientes de la Commonwealth se han estancado.
Muchas niñas y mujeres, que han llevado el peso del cuidado del hogar sobre sus hombros, han dejado la escuela y el trabajo. Su regreso a las clases y al mundo laboral puede llevarles más tiempo o puede que no suceda en absoluto en el caso de muchas, lo que agrandará aún más la brecha de género en materia de educación, ingresos y riqueza.
Existe una necesidad urgente para los países de formular políticas mejor dirigidas que cuiden la perspectiva de género y que conduzcan una recuperación de la crisis más resiliente e inclusiva.
A pesar de haber estado en la primera línea de la pandemia, las mujeres no han estado lo suficientemente representadas en los procesos de toma de decisiones y la respuesta que han dado las políticas económicas.
El impacto de la pandemia sobre la actividad económica en México ha sido muy significativo. La magnitud y características de dicho impacto pueden identificarse en tres fases o etapas distintas. Por un lado, se tuvo un primer efecto a fines del primer trimestre de 2020 derivado del cierre de varios países y de la correspondiente cancelación de vuelos a nivel mundial.
IMPACTO