Los sonidos emitidos por la voz [φωνη] son los símbolos de los estados del alma [ψυχη παθηματων συμβολα], y las palabras escritas [γραφομενα], los símbolos de las palabras emitidas por la voz [ φωνη]. Así como la escritura [γραμματα] no es [ουδε πασι τα αυτα] la misma para todos los hombres, las palabras habladas [φωναι] no son [ουδε ταυτα] tampoco las mismas, mientras que los estados del alma de los que tales expresiones son inmediatamente signos [μεντοι ταυτα σημεια πρωτων] resultan idénticos en todos, así como también son idénticas [ταυτα ομοιωματα] las cosas [πραγματα] de las que dichos estados [παθημθτθ της ψυχης] son imágenes [ηδη ταυτα].
De interpretatione (1, 16a3)
Sólo el hombre, entre todos los animales, posee la palabra. La voz es, sin duda, el medio de indicar el dolor y el placer. Por ello es dada a los otros animales. Su naturaleza llega únicamente hasta allí: poseen el sentimiento del dolor y del placer y pueden señalárselo unos a otros. Pero la palabra está presente para manifestar lo útil y lo nocivo y, en consecuencia, lo justo y lo injusto. Esto es lo propio de los hombres con respecto a los otros animales: el hombre es el único que posee el sentimiento del bien y del mal, de lo justo y lo injusto. Ahora bien, es la comunidad de estas cosas la que hace la familia y la ciudad.
Política, 1, 1253 a 9-18.
Es pues, lo que (tiene lugar) en la fonación vocal, un demostrar de aquello que en el alma se da como padecimientos, y lo escrito es un mostrar de los sonidos vocales. Y así como la escritura no es la misma con todos (los hombres), así tampoco los sonidos vocales son los mismos. De lo que , sin embargo, estos (sonidos y escritura) son primeramente un mostrar, esto es lo que en todos (los hombres) es idénticamente padecido en el alma; y las cosas, de las cuales estos (padecimientos) constituyen representaciones aproximándose a la igualdad, son también las mismas.
De camino al habla
El discurso nace a consecuencia de las cosas que desde el exterior nos afectan, a saber, las cosas sensibles: del encuentro [εγκυρησεως] con lo líquido resulta para nosotros el discurso relativo a dicha cualidad; y de la presentación del color resulta el discurso que lo traduce. Siendo así, no es el discurso el que traduce lo que está fuera de nosotros, sino más bien es lo que está fuera de nosotros aquello que resulta revelador del discurso.
Sexto Empírico, Adversus mathematicos
El sonido y la voz se oyen primero cuando sus elementos insinuados en el oído, el órgano tocaron, porque de corporal naturaleza debemos confesar que se componen el sonido y la voz, puesto que impelen los sentidos. La voz frecuentemente lastima la garganta, y los clamores la tráquea irritan [...]. Así que las palabras y las voces constan de corporales elementos, supuesto que nos pueden hacer daño (IV, 523-572)
Lucrecio, De rerum natura
Enseñó al hombre la Naturaleza las varias inflexiones de la lengua, y la necesidad nombró las cosas. Así como los niños en la infancia, por no poder darse a entender, acuden a los gestos y muestran con el dedo los objetos presentes, cada uno siente en sí mismo aquellas facultades que puede usar. [...] ¿Será, por fin, acaso maravilla que, teniendo los hombres voz y lengua, diesen distintos nombres a las cosas según les afectasen, cuando oímos la variedad de voces y sonidos que hacen los animales y las fieras conforme se suceden en sus almas el miedo o el dolor o el regocijo? [...] Pues si las diferentes sensaciones al animal obligan, siendo mudo, a proferir sonidos diferentes, ¿cuánto más natural es que haya el hombre podido designar diversas cosas entonces con sonidos peculiares? (V, 1028-1090)
Lucrecio, De rerum natura
No existe en absoluto una «naturalidad» no retórica del lenguaje a la que acudir: el lenguaje en cuanto tal es el resultado de artes puramente retóricas. La fuerza que Aristóteles llama retórica, la que consiste en desenmarañar y hacer valer, para cada cosa lo que es eficaz y produce impresión, es, al mismo tiempo, la esencia del lenguaje, el cual guarda la misma relación -mínima- que la retórica a lo verdadero, a la esencia de las cosas; no pretende instruir, sino transmitir a otro una emoción y una aprehensión subjetiva. El hombre que conforma el lenguaje [...] aprehende [...] excitaciones: no devuelve sensaciones, sino simples copias de las mismas. Las sensaciones provocadas por una excitación de los nervios, no alcanza a la cosa en cuanto tal: dicha sensación aparece al exterior a través de una imagen. De todos modos todavía queda por saber cómo una imagen sonora puede traducir un acto del alma [...] No son las cosas las que penetran en la conciencia, sino nuestra manera de relacionarnos con ellas, lo pithanón”
Es preciso decir forzosamente que el origen del lenguaje no es cuestión de pensamiento.
El lenguaje no es producto consciente, individual o colectivo.
[...] El lenguaje es demasiado complicado para ser elaborado por un solo individuo; para serlo por la masa tiene demasiada unidad, es un organismo completo.
Por tanto, no queda más remedio que considerar al lenguaje como producto del instinto, tal como sucede con las abejas, las hormigas, etc.
“Del origen del lenguaje"
¿Qué es una palabra? La reproducción sonora de una excitación nerviosa
“Del origen del lenguaje"
Nuestras expresiones verbales no esperan jamás a que nuestra percepción y nuestra experiencia nos proporcionen sobre la cosa un conocimiento exhaustivo y hasta cierto punto respetable. Surgen en el momento mismo en que se siente la excitación
Sobre la verdad y la mentira en el sentido extramoral
lo que no es más que aparentemente histórico, por ejemplo, las lenguas, que en realidad forman parte de los productos de la naturaleza.
“Pureza, claridad y conveniencia de la «elocutio»"