Platón, Gorgias
La razón griega no se ha formado tanto en el comercio humano con las cosas, cuanto en las relaciones de los hombres entre sí. Se ha desarrollado menos a través de las técnicas que operan sobre el mundo, que por aquellas que actúan sobre los demás y cuyo argumento común es el lenguaje: el arte del político, del orador, del profesor. La razón griega es la que en forma positiva, reflexiva y metódica, permite actuar sobre los hombres, no transformar la naturaleza. Dentro de sus límites, como en sus innovaciones, es hija de la ciudad.
Jean Pierre Vernant, Los orígenes del pensamiento griego
Hippias: —Pues, ciertamente, Sócrates, ¿qué crees tú que son todas estas palabras? Son raspaduras y fragmentos de una conversación, como decía hace un rato, partidas en trozos. Pero lo bello y digno de esa imación es ser capaz de ofrecer un discurso adecuado y bello ante un tribunal, o ante el Consejo o cualquier otra magistratura en la que se produzca el debate, convencer y retirarse llevando no estas nimiedades, sino el mayor premio , la salvación de uno mismo, la de sus propios bienes y la de los amigos. A esto hay que consagrarse, mandando a paseo todas estas insignificancias, a fin de no parecer muy necio, al estar metido, como ahora, en tonterías y vaciedades.
Platón, Hippias Mayor, 304 a-b
Clement Rosset, La anti-naturaleza, p. 151
En cierta ocasión Protágoras aceptó como alumno a un tal Evatlo, un estudiante pobre, con la condición de que le pagaría la mitad del dinero a la entrada y la otra mitad cuando acabase sus estudios y ganara su primer pleito como jurista. Pero al terminar sus estudios Evatlo no aceptaba ningún trabajo que tuviera que ver con la judicatura. Así conseguía burlar lo pactado con Protágoras: había recibido sus clases y no se veía en la obligación de pagarlas. Entonces Protágoras demandó a Evatlo, que intentó desarmarlo con la siguiente argumentación:
-Si ganas el pleito, yo seguiré sin haber ganado un caso y, por tanto, basándome en los términos de nuestro acuerdo, no tendré que pagarte; pero si el pleito lo gano yo, entonces, por mandato judicial, tampoco tendré que pagarte.
A lo que Protágoras replicó:
-Nada de eso. Si yo gano el pleito, tendrás que pagarme por mandato judicial; pero si el litigio lo ganas tú, ya habrás ganado tu primer caso y entonces, apelando a los términos de nuestro acuerdo, tendrás igualmente que pagarme.
Tomado de: González Calero, Pedro, Filosofía para Bufones, Ariel, Barcelona, 2007. [La anécdota es de Diógenes Laercio, Vida de los filósofos ilustres, IX, 56]
Friedrich Nietzsche,"Sobre verdad y mentira en sentido extramoral"
Gorgias, Encomio de Helena
Jean-François Lyotard, La lógica que nos urge