Luis Felipe Barreto Araujo
•Conocer el contexto histórico del siglo XVIII e inicios del XIX
•Identificar algunas características del Romanticismo
¿Qué crees que es algo romántico? Escribe un ejemplo
El Romanticismo y el realismo son dos corrientes artísticas que tienen visiones opuestas del mundo y del arte
1. Ilustración
Movimiento cultural e intelectual que tiene la pretensión de "salir del oscurantismo" mediante la razón y el conocimiento. Idea de progreso.
2. Proceso de industrialización
La Revolución Industrial que irrumpió en el continente europeo significó la consolidación de la burguesía como clase dominante y la aparición y la aparición de una sociedad de clases.
3. Aparición del liberalismo
Esta doctrina política defendía la libertad, la igualdad y la soberanía nacional.
4. El nacionalismo
Doctrina basada en el sentimiento de pertenencia a una comunidad y en el derecho de los pueblos a constituirse como naciones.
5. La Revolución Francesa
Conflicto social y político que estalla en 1789 y que tiene la pretensión de derrocar a la monarquía e imponer un nuevo modelo de gobierno en Francia.
5. Neoclasicismo
Doctrina basada en el sentimiento de pertenencia a una comunidad y en el derecho de los pueblos a constituirse como naciones.
1800-1850
El Romanticismo es un movimiento cultural que se vio representado en todas las artes. Surge en Alemania y en el Reino Unido y se expande al resto de Europa y posteriormente a América.
Es un movimiento que se enfrenta fundamentalmente a la ilustración y al neoclasicismo del siglo XVIII. Pretende darle protagonismo y prioridad a la subjetividad y a los sentimientos para representar un momento histórico.
A un viajero vi, de tierras remotas.
Me dijo: hay dos piernas en el desierto,
De piedra y sin tronco. A su lado cierto
Rostro en la arena yace: la faz rota,
Sus labios, su frío gesto tirano,
Nos dicen que el escultor ha podido
Salvar la pasión, que ha sobrevivido
Al que pudo tallarlo con su mano.
Algo ha sido escrito en el pedestal:
«Soy Ozymandias, el gran rey. ¡Mirad
Mi obra, poderosos! ¡Desesperad!:
La ruina es de un naufragio colosal.
A su lado, infinita y legendaria
Sólo queda la arena solitaria
Mary Shelley
—¿Cómo te atreves a acercarte a mí, demonio? ¿No temes que descargue la fiera venganza de mi brazo sobre tu miserable cabeza? ¡Fuera de mi vista, inmunda criatura! O, mejor aún… ¡quédate para que pueda pisotearte hasta reducirte a polvo! ¡Para, oh, sí, extinguiendo tu miserable existencia, poder compensar a esas víctimas que asesinaste de un modo tan diabólico!
—Ya esperaba este recibimiento —dijo el demonio—. La humanidad odia a los desgraciados. ¡Cuánto odio debo de inspirar yo, que soy el más miserable de todos los seres vivos! Y tú, mi creador, me detestas, desdeñas a tu criatura, a la que estás unido por unos vínculos que solo pueden disolverse con la muerte de uno de los dos. Y te propones matarme. ¿Cómo te atreves a jugar así con la vida? Cumple con tus deberes hacia mí y yo cumpliré contigo y con la humanidad. Si aceptas mis condiciones, os dejaré en paz a todos, pero si te niegas blandiré el puño de la muerte hasta saciarme con la sangre de los amigos que aún te quedan.
—¡Monstruo aborrecible! ¡Eres un demonio! Las torturas del infierno no bastarían para vengar tus crímenes. ¡Malvado y vil engendro! Me reprochas que yo te haya creado. Ven, acércate para poder apagar la chispa que con tanta negligencia encendí. Sentí una rabia incontrolable y me lancé contra él, impulsado por esos sentimientos que pueden llevar a un ser humano a terminar con la existencia de un semejante.
Me esquivó sin problemas, y dijo:
—¡Tranquilízate! Te pido que me escuches antes de que des rienda suelta a tu odio y te abalances sobre este ser a quien te has consagrado. ¿Acaso no he sufrido ya bastante para que pretendas hacerme todavía más desgraciado? Amo la vida, aunque solo sea un cúmulo de angustias, y voy a defenderla. Recuerda que aquel que me ha hecho superior a sí mismo no me supera en altura ni en flexibilidad. Pero no siento la tentación de enfrentarme a ti. Soy tu criatura, e incluso seré benévolo y dócil con mi señor natural y mi rey si tú también cumples con tu parte, cosa que me debes. ¡Oh, Frankenstein, no quieras ser justo con los demás y mostrarte intransigente con el único ser a quien no solo debes justicia, sino también clemencia y afecto! Recuerda que soy tu criatura. Tendría que ser tu Adán en lugar de parecer el ángel caído, a quien robaste la dicha sin haber cometido delito alguno. Solo a mí me están vetadas irrevocablemente las bendiciones de la vida. Yo era generoso y bueno; y la desgracia me convirtió en un monstruo. Devuélveme la felicidad y volveré a obrar con virtud.
—¡Fuera, no pienso escucharte ni un minuto más! No puede haber entendimiento entre tú y yo; somos enemigos. Márchate o, si no, midamos nuestras fuerzas en la lucha hasta que uno de los dos caiga.
—¿Cómo puedo moverte a compasión? ¿No hay modo de conseguir que contemples con agrado a tu criatura, que implora tu bondad y compasión? Créeme, Frankenstein: yo era bondadoso. La humanidad y el amor de mi alma iluminaban todo mi ser, pero ¿acaso no estoy ahora solo, miserablemente solo? Si tú, que eres mi creador, reniegas de mí, ¿qué me cabe esperar de tus semejantes, que nada me deben? Ellos me detestan y me odian. Las montañas desiertas y los temibles glaciares son mi refugio. Llevo muchos días errando por estos parajes. Las cuevas de hielo, temidas por todo aquel que no sea de mi condición, son mi morada, la única que el hombre no me envidia. Venero estos cielos desapacibles porque son más amables conmigo que tus semejantes. Si las muchedumbres conocieran mi existencia, actuarían como tú y se armarían para destruirme. Así pues, ¿no debería odiar a quienes me aborrecen? Seré implacable con mis enemigos. Si yo soy desgraciado, ellos compartirán mi desgracia. No obstante, en tu poder se encuentra la facultad de procurarme una satisfacción y librarles de un mal que solo túserás responsable de haber provocado, para que tú y tu familia, y también miles de personas, no queden atrapadas en la vorágine de su ira. Apiádate de mí y no me desprecies. Escucha mi historia. Cuando la hayas oído, abandóname o compadécete de mí, porque eso es lo que juzgarás que merezco.
Escúchame. Por muy sanguinarios que hayan sido los culpables, la ley de los humanos les permite hablar en defensa propia antes de recibir su condena. Escúchame, Frankenstein. Me acusas de asesinato y, sin embargo, destruirías a tu propia criatura con la conciencia tranquila. ¡Oh, alabemos la eterna justicia del hombre! Te ruego que no me evites, escúchame y luego, si puedes, y quieres, destruye la obra que tus manos han creado.
Qué características del romanticismo se ven reflejados en el poema y en este fragmento de novela.
Busca en internet un poema de alguno de los siguientes escritores: José Eusebio Caro, Rafael Pombo, Diego Fallon, Tomás Carrasquilla, Jorge Isaacs, José María Rivas Groot o Julio Arboleda. Una vez tengas el poema analízalo.
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