Afuera crece un mundo (2017) - Adelaida Fernández Ochoa
Candelario Mezú:
Yo amansé esas corrientes y ellas me revelaron sus secretos. Cuando el río habla uno se queda callado. Y se vuelve hombre de conocimiento (…) Entre el mangle retrechero y la selva llorona me habitaban el río y el río-mar. |(...) El general llegó a La Cruz, ¿saben cómo me ganó su causa? Yo quería ver una esperanza para nosotros, pero no una esperanza del dolor, paciente, sino otra: una esperanza condecorada. (…) Claro como el agua estaba en mi cabeza que allá donde la libertad toma sus letras, sólo se entra de la mano de un blanco . (45)
Epropiación re uno corigos
Ayer tuve en er Congreso
Y me rió er dotó Ecamilla,
Sei volúme pa que a uté
Se los trujiera enseguia,
Maj apena lo cojí
Compré acmiron (meria libra),
I vine a tapá e mi choza
Lo juraco i la j’endijas.-
Si eto le parece má,
Iré luego ar dotó Anciza;
Er tiene er papé a montone
Si uté papé necesita;
Pregunté a un hombre lo que era el Derecho. El me respondió que era la garantía del ejercicio de la posibilidad. Ese hombre se llamaba Galli Mathias. Lo devoré. (Manifiesto antropofágico - Oswald de Andrade)
Candelario Obeso
La ley, por otra parte, no hace la libertad sino a la inversa. Y ese producto llamado ley, que tan pronto encuentra fisonomía como desaparece, tiene tantos precursores. Esos mismos que ahora operan: pólvora y poder. (…) Pero mi reino no es de este mundo, mundo raro, mundo de cadenas, inframundo, inmundo. Mi única libertad es el retorno. Si la esclavitud se fue construyendo de África a Nueva Granada, la libertad se recuperará yendo de regreso. (90)
Me voy porque quiero cerrar una herida. (…) solo quiero volver porque entre África y yo hay una herida que sangra y yo la voy a cerrar; para eso quiero volver. ¿Cómo la vas a cerrar? Uniéndome a ella, hincando mis rodillas en esa tierra, abrazando a mi gente, hablando mi habla y elevando mis plegarias al cielo donde está mi Dios. (228)
África queda lejos, ¿sabés, negra? Y sin embargo, van y vienen, amo. Para vos queda lejos, fuera de tu alcance. Tu lugar está aquí en la casa y en esta hacienda, y en tu catre conmigo. No, amo. Mi lugar me espera. Además, acuérdese de que yo soy mía. Y mío es mi hijo. (…) Nuestra memoria estará por encima de esa lengua que usted dice, ella no puede encadenar las imágenes, ni la tierra, ni el maní, ni las cabras, ni las redondas casas de barro, ni la molienda de millo, ni las lunas, y tampoco podrá amarrar a Kdongo que conoció a Zape, que conoció a Matamba que conoció a Kinte que conoció a Acué que conoció a Casanga que conoció a Balanta que conoció a Kesuno. (70)