A pesar de haber sido convocada por varias casas mayores de moda (nombres que la misma diseñadora rehúsa publicar), Ann empatiza tanto de manera financiera como creativa en la alternativa de forjar su propia marca y, principalmente, seguir siéndole fiel a su visión. En 1996 realizó su primera colección masculina. En 1999, inauguró una tienda en Amberes y hoy, sus prendas son vendidas por 30 países alrededor del globo, incluidas ciudades como Tokio, Seúl y Hong Kong.